El argentino Alejandro Melamed, Doctor en Ciencias Económicas, es famoso internacionalmente como conferencista, coach ejecutivo y consultor disruptivo, un referente en el futuro del trabajo, el lado humano de la transformación digital y las nuevas formas de liderazgo con propósito.
Apenas salidos de la pandemia de Covid 21, nos decía: “La próxima revolución no va a ser tecnológica, la próxima revolución es la forma de trabajar. Lo que hoy todavía nos resulta extraordinario, en el futuro será la norma. No existirá una alternativa, no va a existir otra forma de trabajar que no sea híbrida. Estamos siendo testigos de una revolución del talento: en lugar de trabajar en, el talento de hoy quiere trabajar para. Cuando trabajo en, lo hago siempre en el mismo lugar; mientras que cuando trabajo para, si bien trabajo mucho, puedo hacerlo para diferentes compañías”.
Y agrega un concepto fundamental: “Lo central es que antes buscábamos años de experiencia y ahora buscamos experiencia en años. Los jóvenes profesionales —o no tanto— persiguen tener experiencias diferentes. Es por eso, que la creatividad de RR.HH. está dando una prueba de fuego a través de iniciativas para atraer o fidelizar talento que, años atrás, hubieran sido impensadas”.
Todo en todas partes al mismo tiempo
No es solo el nombre de una película ganadora del Óscar. Es una notabilísima realidad, impensada pocos años antes, como tantas que vemos a diario: La proyección era que los jóvenes trabajen en siete trabajos a lo largo de su vida, mientras que, en la actualidad, no es nada extraño que trabajen en siete trabajos simultáneos.
Por supuesto, las organizaciones están tratando de digerir esto. No es nada sencillo, dada la cantidad de líderes que no han terminado de “desaprender” los paradigmas del siglo pasado, pre “Revolución 4.0” en los que se formaron, y por la propia dinámica de las organizaciones; un individuo puede cambiar infinitamente más rápido que muchos que están distribuidos en roles más o menos fijos y reportan a una conducción; o a más de una.
Pero, empleando herramientas de excelencia para seleccionar colaboradores, con el asesoramiento adecuado y la resiliencia indispensable, todos pueden adaptarse a las nuevas realidades. O deberían.
Vivimos una transformación acelerada en cada uno de los planos de la actividad laboral: los trabajos, los trabajadores, los espacios de trabajo, el liderazgo y las estructuras y dinámicas laborales. Y por supuesto, el fin o propósito para el que nos esforzamos, colectiva o individualmente.
Mucho más que Covid
Por cierto, la pandemia lo aceleró todo. Es una obviedad repetida hasta el cansancio que la adopción de herramientas para el trabajo a distancia que sucedió por el Covid 19 e inmediatamente después, hasta hoy, se esperaba a partir de 2025. Es que evolucionaron a una velocidad lumínica, absorbiendo capitales que no querían perderse nada.
Un botón de muestra: la plataforma Zoom facturaba 331 millones de dólares en el 2019, y un año después lo hacía por más de 2.650 millones. Estas plataformas para la conexión remota, Zoom, Teams, Meet, etc. fueron las grandes facilitadoras del trabajo a distancia. Su influencia logró sostener, con diferentes niveles de participación y éxito, la educación, la salud y la comunicación humana en general, aun en los peores momentos de la cuarentena.
Pero con eso solo no se entiende un cambio tan profundo y de alcance global; debemos recurrir, nuevamente, al bendito concepto de propósito, que se explica mucho mejor en con la idea japonesa denomina ikigai: Una vida con significado, y que merezca ser vivida. Es un proceso de exploración permanente para descubrir dentro de nosotros ese talento que agrega valor al mundo y que puede ser nuestro motor vital. En eso estamos.