Muchas investigaciones indican que las iniciativas de transformación digital no siempre son sencillas de implementar en las empresas, sea en sectores de alta como de baja tecnología, y suelen estar marcadas por un éxito escaso y una mejora menor o nula en el rendimiento general de la organización. Al menos al principio.
Pero por difícil que sea, no puede evitarse; para entenderlo solo es necesario recordar la célebre “Ley de Moore”: La duplicación constante del poder de procesamiento —cada 24 meses—, y su disponibilidad a precios similares o a la baja en el tiempo. Este postulado, comprobado ya largamente, tiene implicancias gigantescas: significa que las empresas verán el aumento del rendimiento de los productos digitales, mientras disminuye el costo de su operación. La potencia informática es un motor de transformación digital y una oportunidad para competir más y mejor en diferentes mercados.
Sí, pero… es solo una parte de la historia
Hay una serie de condiciones ineludibles para que la transformación digital de una organización no termine por ser una costosa frustración. Porque las herramientas informáticas son precisamente eso: herramientas, y como tales, neutras. Puede dárseles un buen uso, u otro deficiente, incluso perjudicial y contraproducente. Por eso, hay una serie de requisitos previos, una “preparación del terreno” para hacerlo fértil:
- Contar con líderes adecuados y conocedores del mundo digital.
- Crear capacidades en los empleados, o sea preparar la mano de obra del futuro.
- Capacitar a las personas para que trabajen de nuevas maneras.
- Contar con actualizaciones digitales de herramientas de trabajo cotidianas.
- Comunicar con frecuencia, a través de métodos tradicionales y digitales.
- Desarrollar el talento y las habilidades de los trabajadores en toda la organización.
Estos puntos son los factores más importantes para el éxito en un esfuerzo de transformación digital, y son previos (o al menos simultáneos) con la inversión en tecnología. Es que aun en estos tiempos de auge de la “Inteligencia artificial”, siempre hay personas detrás.
Como siempre decimos, el futuro ya llegó
El Foro Económico Mundial estima que es probable que 85 millones de puestos de trabajo sean eliminados en todo el mundo, por los continuos avances en el desarrollo tecnológico, y que el 50% de todos los empleados actuales necesitarán reconvertirse no más allá de 2025. El despliegue de tecnologías informáticas y la reducción de las deficiencias de las infraestructuras digitales son solo una parte del panorama. Los mismos avances tecnológicos responsables de los cambios en la mano de obra son igual de relevantes en la creación de nuevos puestos de trabajo, y en la provisión de herramientas para una mejora continua y la recalificación de los trabajadores actuales.
En un reciente informe del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) vemos que: “A medida que nuestra región reduce su déficit de infraestructuras, las empresas deben embarcarse en la adopción de nuevas tecnologías, al tiempo que la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial remodelan industrias y emprendimientos enteros. Y la única manera de aprovechar los posibles dividendos de productividad de esa inversión será contar con las personas y los procesos necesarios para captarla. Gestionar bien esta transición, en definitiva, no es solo un bien social; es un imperativo competitivo”.
Es fundamental prepararse para los próximos cambios en las habilidades para el trabajo. Por la complejidad de la aplicación de las nuevas tecnologías, las empresas necesitarán, por supuesto, personas que puedan diseñar los algoritmos más eficientes y capturar e interpretar datos. Pero también necesitan mucho de las llamadas habilidades “blandas” para hacer el trabajo que las máquinas y los robots no pueden hacer.
Esta demanda de habilidades sociales y emocionales también crecerá hacia 2030, y vemos un claro cambio hacia las “habilidades cognitivas superiores»: El pensamiento crítico y la aptitud de resolución de problemas, por ejemplo. Mientras que la capacidad de autogestión se está convirtiendo en un requerimiento habitual para los empleos del siglo XXI. Las habilidades digitales, el diseño, la supervisión y el control de la tecnología se han convertido en un atributo esencial para la mano de obra moderna, pero la mayoría de las economías aún no logran superar la brecha, especialmente en nuestra región.
Es mucho el trabajo que tenemos por delante.
Más información en: https://alva.lat/prueba-de-confianza-laboral/